Todo empezó el 5 de julio, una tarde de gozo, una tarde de verano... Fue una tarde de descubrimiento especial, el de ver el foto-montaje "La Jetée" (Chris Marker, 1962). Serie de instantáneas hechas un filme, una historia de partículas de amor, guerra, existencia y memoria. Luego, una serie de conversaciones y digresiones me llevó a conocer Marguerite Duras. Su "escribir". Y luego... Leí...
"Hiroshima mon amour".
"Hiroshima mon amour" es un texto que derrumba los cimientos del concepto del amor. Un guión que destroza la dualidad entre el bien y el mal. Yace muy por encima de las conjeturas de humanidad para categorizar el mundo. Presenta un estudio escalofriante del horror de guerra, del poder aniquilador de las heridas. Es un guión confeccionado de amor imposible, sufrimiento y placer inalcanzable. Marguerite Duras corta la realidad de la guerra con el cuchillo de sus frases, las echa desgarradas para la bestia de su escritura, para que esta las devore con su indescriptible talento. Así nace una historia única explicada por el silencio de las miradas fugaces, empapadas de sudor de cuerpos entrelazados en un abrazo pasional, gritada entre el sofoco de memorias dolorosas.
El horror que baila tango con el Amor. Pasión que canta sonatas nocturnas para la maldita memoria. Paz que nunca llega. Nevers. Hiroshima. Locura. La impotencia de no poder olvidar. Este es un rosario más amargo y negruzco que se puede anillar de piezas de dolor y amor. Marguerite Duras lo consiguió.
ELLA: "De la misma manera que existe esta ilusión en el amor, esta ilusión de ser capaz de no olvidar nunca, también yo he tenido la ilusión ante Hiroshima de que jamás olvidaría. Igual que en el amor".
He salido de la lectura trastornada pero fortalecida. El guión ha dormido conmigo, ha llegado a ser parte de mí. De vez en cuando vuelvo a acariciar sus dialogos. Recuerdo que dijo Ella de locura, medito lo que sería estar hecha a la medida del cuerpo de alguien. Amo y nunca olvido. Más quisiera.
EL: "Eres como mil mujeres a la vez..."