Tostada me gusto más. Y aunque los hombres ya no me miran como antes, no le doy importancia a ese crucifijo. Vivo un ahora demasiado bello. Con un toque de colorete en la cara pintada de miel me alegro la jornada. Empino la espalda como un fotómetro hacia la luz de la tarde, bailo semidesnuda entre las espumas de la mar, cuento nubes en desenfoque y bordo paisajes oníricos de los granos de arena con los pies. Tostada al sol.
Foto by: Dreamflow
"Ahí está él, el mar, la más ininteligible de las existencias no humanas.
Y aquí está la mujer, de pie en la playa, el más ininteligible de los seres vivos. Como el ser humano hizo un día una pregunta sobre sí mismo, volviéndose el más ininteligible de los seres vivos.
Ella y el mar."
Clarice Lispector, "Las aguas del mar"
De dulce nadahacering, paseos sembrados por la costa y cenas a la luz de velas estaba provista mi semana en el pueblo pesquero de L'Escala. Volví ayer, re^nacida del horizonte azul, re^compuesta de varias horas de silencio en la orilla.
Y aunque estoy de vacaciones, todavía, siento que en 4 horas se acaba mi sintiempo. Lo echaré de menos. He ocupado de nuevo mi sillón de lectura, he apilado los libros en la mesita de noche, he abierto las pantallas habituales... ¿Estoy aquí? Ahora sí, ahora parece que sí.
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Para mí, la nostalgia tiene un toque sedoso que esconde un sabor prolongado e intenso, nacido de azules conjugados por la sombra. La nostalgia cuando la música suena... aislada en sus notas profundas.
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Lejos del palabreo vacío, me haré una promesa íntima, una carta de amor en mi registro más pasional. Escribiré. Trabajaré. Haré todo lo que pueda, utilizaré todo el néctar de mi psyche y soma. Y más. Amaré cada una de las letras, acariciaré todos los espacios. Trabajaré mucho. Apretaré el gatillo y dispararé fotos. Cruzaré los posibles experimentos. Romperé hacía el horizonte. Miraré y veré.