"A la mañana siguiente del primer sueño, entré en el cuarto de baño y empecé a quitarme el pijama para ducharme. Me quedé de una pieza al verlo...
(...) No me he hecho algo así en la vida. Nunca he estado en un hospital, ni me he operado. Le hice unas preguntas a la Muerte, y cuando desperté a la mañana siguiente, estaba ahí. (...)
No es ningún don, Miep.
(...) Te dice todo lo que quieres saber, pero tienes que comprenderlo. Si no..., te hace esto hasta que aprendes a tener más cuidado con lo qué preguntas. El problema es que, cuando empiezas, ya no puedes parar de preguntar. En la mitad de mi segundo sueño, le dije que quería parar; tenía miedo. Me dijo que no podía".
Jonathan Carroll: "Los dientes de los ángeles", pág. 22-23.
¡Hola! Acabo de descubrir tu fantástico blog y ya te sigo. =)
ResponderEliminarTe invito a que te pases por el mío, el cuál espero que te guste.
¡Un saludo!