lunes, 11 de noviembre de 2013

Historia breve de un vértigo lector, o cómo sci-fi me salva del mundo real…

A cualquier otra parte... 




Cuando la vida se convierte en un intercalado de casa-trabajo y el cada día la palma en un sofrito de gestiones varias… leer a Jonathan Carroll ya no ayuda, Harukami se queda corto… Ni siquiera el catálogo de Blackie Books, ni tan solo la letanía de títulos de Alpha Decay logran reventar ese standstill de mi alma. No, ni siquiera ellos.

24 horas saben a poco, me sofoco en mi acogedor pisito en el centro de la ciudad condal, la ropa pesa sobre mis brazos,  la mañana nunca luce suficiente clara y la noche blanquecina no cuaja para reconciliar el sueño.

En esos momentos de letargo necesito irme a cualquier parte, preciso incorporar en mi  eje  cuerpo-mente una buena dosis de slow-food literario. Y ___  procedo,
aniquilo mi ego,  me alejo acariciando la quimera urbano-lingüístico-antropológica - sucumbo al encanto de la sci-fi de la retorcida, de la buena. 


Así me hago amiga intima de Philip K. Dick, amante fiel de China Mieville y compañera de viaje de Ursula Le Guin; a punto de venerar Margaret Atwood, flirteando con Ballard y  estallando contra todo lo establecido de la mano de Orson Scott Card.

Aprendo a reinventar la oscuridad, domesticar el espacio, manipular la muerte, nivelar los sexos, visualizar el lenguaje, siento el dolor de traspasar los tabús y el rasurado de la distopía.   Estiro el presente. 


***
No estuve presente bitacoriamente hablando durante mucho tiempo, y sí,  sí estuve… Levitando, buscando pero sin anhelar nada en concreto y, de tanto buscar, me perdí. Fue un viaje hacia cualquier lado, pero di con nuevos parámetros, hallé paréntesis alternativos para entender, tecleé saltos de pagina para quebrantar la realidad tal cual la percibía, todo eso para reventar índices y aprender a caminar de nuevo entre mis propias palabras.



vuelvo.. y sigo
en cualquier otra parte 

domingo, 10 de noviembre de 2013

yo, garuda...



Caíste
 en tu propia trampa
mentiste de nuevo
vislumbraste la noche y otra vez
prometiste a tus dolorosos ojos un calmante de nunca jamás 
te agarraste a tu propio sollozo
siguiendo la nana murmurada 
por esos malditos latidos
sin pavor, te adentraste en lo hondo y pegajoso de tus peores pesadillas
cual fénix te quemaste el plumaje
tú, ave de paraíso
avergüénzate
arrodíllate
dibuja con tus rodillas ensangrentadas
la aureola de auto-expiación 
-
y luego
camina despacio
bañado en la luz del día



*Sea esto un homenaje abrupto, repentino e imperfecto a la "Estación de la Calle Perdido" de China Mieville, inspirado en los hechos reales... teñido de melancolia de una tarde de domingo, una tarde cualquiera... una tarde embrujada ¿?